«Has capturado mi hígado»

Por Luisa Cullurà

Mujer bereber besa la rodilla de su hija, que se casará con un hombre mucho mayor que ella © Carol Beckwith y Angela Fisher

Mujer bereber besa la rodilla de su hija, que se casará con un hombre mucho mayor que ella © Carol Beckwith y Angela Fisher

Hace muchos siglos, en las cumbres del Atlas marroquí, vivían dos tribus que se odiaban. Isli, un joven de buen corazón, pertenecía a la tribu de los Aït Ibrahim; Tislit, una mujer dulce y agradable, era miembro de la tribu enemiga, la de los Aït Yaaza. Profundamente enamorados, pero obligados a separarse a causa de la hostilidad que había entre los dos clanes, lloraron noche y día y sus lágrimas formaron dos lagos en donde los jóvenes se volvieron gotas entre las gotas.

Así, los bereberes de Imilchil explican el origen de Isli (el novio) y Tislit (la novia), dos lagos azules separados por una montaña. Esta historia de perpetuas rivalidades intetribales inspiró el nacimiento del Souk Aam o Agdoud N’Oulmghenni, el Festival de las bodas. Se cuenta que los padres de Isli e Tislit, desesperados por la muerte de sus hijos, decidieron que una vez al año los jóvenes de las dos facciones podían casarse con quien quisieran, también con miembros de tribus enemigas.

La tradición sigue, y además de ser un acontecimiento social y religioso, se ha vuelto una oportunidad comercial llegando a ser el mayor encuentro de negocios del año. Se monta un mercado y varias tribus aprovechan esta ocasión para intercambiar productos agrícolas y artesanales. Económicamente, el musem genera grandes ingresos para la región y es muy importante para el turismo marroquí, ya que atrae gran afluencia de visitantes nacionales y extranjeros.

La tribu de origen de las mujeres se puede saber mirando su tahendirt, el manto de lana con rayas coloridas que llevan en la espalda. El peinado permite distinguir las mujeres ya casadas (con un peinado alto y de forma cónica) de las solteras. Cintas de seda variopinta, a veces adornadas con paillettes, ciñen la cabeza de las mujeres y los pañuelos azul oscuro les tapan casi toda la cara dejando descubiertos solo sus ojos, intensamente maquillados con kohl negro.

Chica bereber © Carol Beckwith y Angela Fisher

Chica bereber © Carol Beckwith y Angela Fisher

Curiosidad: la unión entre los dos jóvenes se lleva a cabo solo cuando la mujer pronuncia la frase mágica: «Has capturado mi hígado». En el hígado (y no en el corazón) se considera que se ubica el verdadero amor, porque en la cultura bereber se cree que una digestión saludable promueve el bienestar.

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